miércoles, 1 de diciembre de 2010

MÁS QUE ABANICOS

Asi comienza:



Aunque el abanico no fue concebido con fines decorativos, es la moda quien realmente ha escrito su historia.
Antes del modelo plegable que conocemos, hubo otros (enormes hojas que los esclavos sacudían para evitar que la monarquía se desplomara de calor, plumas y láminas de distintos materiales) pero aquellos, más utilitarios que lujosos, nada tenían que ver con lo que sería su propia evolución: Una pieza de mano, que se abre con gracia y se cierra con sumisión cuando no es requerida. Entre los siglos XIV y XV, no había mujer de alta sociedad que estuviera conforme con su atuendo sin el abanico. Era tanta su influencia que hasta nació un lenguaje relacionado a su uso: La Campiología. Algo que, en tiempos de moralismo extremo, servía a los enamorados para mandarse mensajes. Pero a finales del siglo XVIII llegó la Revolución Francesa y con ella la Revolución Femenina. A partir de entonces las mujeres comenzaron a andar en pantalón y dejaron atrás el corset y el abanico.



TODO A SU TIEMPO:

Irene Calcaño no es una de esas mujeres que se conforma con la historia, ni con su destino. Su inteligencia le abrió puertas grandes en el mundo de la comunicación. Siempre tuvo tino con el pincel y el lápiz, pero escogió la escritura como carrera. Hizo guiones para telenovelas como El Hombre de Hierro, Carita Pintada y Viva la Pepa. Trabajó en Televen, Telemundo y RCTV, este último se convirtió en su casa. “Yo tenía como dos décadas pintando, pero no había asumido la pintura como profesión… Cuando me quedé sin RCTV, no quise ir a ningún otro lado. Entonces empecé a pensar en el abanico. Y me propuse recuperarlo”.
Compró abanicos de madera en España y los pintó. Los llevó a un bazar y fue tan avasalladora la respuesta que decidió seguir adelante con su idea. Irene piensa que Coco Chanel tuvo algo que ver con el “adiós” de este accesorio “con la obsesión de la liberación femenina, Chanel sustituyó el abanico por el cigarro. Pero hoy en día la mujer ha retomado muchas de las cosas que había dejado atrás, porque ya no necesita demostrar que merece un lugar igual al hombre. Ya lo tiene”.

Tras inmortalizar El Ávila, a Frida Kahlo y distintas obras de arte en sus abanicos, Calcaño actualmente trabaja en función de la persona que va a comprarlos. Así terminan siendo, más que de ella, “muy de su dueño”. Cuando le pregunté ¿Qué sigue? Me dijo “Mi sueño es pintar pañuelos y zapatos. Y quiero tener una producción más grande de abanicos. Necesito convertirme en una mujer de negocios, pero sin dejar mi arte y mi país”.
Definitivamente no hay ideas grandes o pequeñas, todas las ideas son grandes si somos insistentes y las sacamos adelante. De un objeto olvidado Irene hizo una obra de arte que hasta el maestro Eduardo Marturet tiene, con celo, sobre el piano de cola en su casa. Más de su trabajo pueden buscarlo en Facebook. Para mí es prodigioso y lo que más me gusta es que la etiqueta dice “Hecho en Venezuela”.
Twitter: @rociohiguera

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