SUPERCALIFRAGILISTICOEXPIALIDOSO...
Foto: Abigail Salazar (Parque El Retiro)
Si la mismita Mary Poppins aterrizara hoy día en la ciudad de Bogotá de esa manera mágica e inesperada como solía acostumbrar, con toda seguridad que entonaría de una vez, ese trabalenguas que afirma que la vida si que puede cambiar, y en este caso, una ciudad. Para acompañar y afirmar con alegría, todos responderíamos Um Didle, didle, didle um didle Ay…….
Bogotá es eso, una CIUDAD, así en mayúsculas con todas sus letras, un destino Cosmopolitan, una ciudad que embriaga, que atonta, adormece, e incita; una metrópoli que sugiere, enamora, hipnotiza y donde cada rincón puede superar al esperado, y también inesperado.
Bogotá, es una de esas ciudades que han sabido crecer paulatinamente, con fino tino, con mucho brillo, con supremo respeto por la misma y con seguridad necesaria.
Contarles acerca de la calidad de su hotelería, no alcanzarían estas páginas, que cantidad, si existe un lugar donde la hotelería “boutique” amerita un nuevo adjetivo, eso es en Bogotá sin duda alguna. Ahora bien, para comentarles sobre recomendaciones a la hora de poner las piernas bajo la mesa, ahí si que vamos a detenernos un poco más.
Entrar a “Leo Cocina y Cava”, con su rojo, su morado, su fucsia; cercano y a la vez amplio, una barra pequeña, pero que enamora, un personal excelso, y aún no se ha llegado a la razón de ser y existir de su creadora, Leonor Espinoza, esa mujer autóctona, con sabor Caribe, que respira Colombia y apuesta a sus raíces. Una mujer que tuvo la delicadeza de escribir un prólogo en el menú. Avant-garde sin restar tradición.
La verdad sea dicha, la experiencia de pasar por Leo Cocina y Cava trasciende las expectativas.
Podría dudarse un restaurante, mejor dicho dos, en la cima de Monserrate, ya que seguramente el lugar apostaría a sitios muy turísticos. Pero que equivocación… dos maravillosas opciones cuyo valor agregado es la vista. Se trata de San Isidro, desde hace 26 años en una vieja casona colonial, con muebles franceses, un piano de media cola, una buena cava y una carta con magníficos platos franceses, todos muy bien presentados, un ambiente como para seducir, dejarse seducir y embriagarse en conversaciones profundas, teológicas, filosóficas o más bien románticas.
Si desea seguir explorando la variedad culinaria del país, no lo piense un instante, su alternativa es Santa Clara, una arquitectura muy de mediados del siglo XIX, muy francés, un mero costeño, unos tamales tolimenses, cuajada con dulce de mamey, en fi n una gastronomía para que se quiera quedar en Colombia…un riesgo sabroso!..
Para despedirme, mantengamos el mismo humor y magia de Disney, a ver si La Bella Durmiente , nuestra ciudad Caracas, emula tanta maravilla que saboreamos, degustamos y vivimos en Bogotá, cosa que ya no es fantasía, sino una maravillosa realidad. Vaya a Bogotá, porque eso, no es riesgo alguno!..
Alexis G. Navas Magáz
info@primeraclase.net
Twitter: @lujoenelmar
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